domingo, 14 de febrero de 2010

Las Costumbres de mi pueblo.

Todo empieza como termina el año, con las navidades. Fiestas en las que el espíritu solidario y fraternal fecunda los corazones de mis gentes. Se gastan todos sus sueldos, y algun crédito más, para poder comer como unos señores. Gambas y langostinos, Carnes de animales que jamás hemos visto, excepto en documentales de televisión. Vinos exquisitos que tan sólo beben los jefes de todo. También el Champagne que aunque a nadie le gusta, todos lo prueban con un pose aristocrático y burgues.



Conseguimos, comprando un bolí, ayudar a un niño en Honduras. O, comiendonos 25 yogures, 25 semillas para que siembren en Somalia. Evidentemente nuestra conciencia está tranquila.



Llega el mes de enero, los regalos, las cabalgatas -cada vez más caras, por cierto- los parados y precarios salen de sus casas buscando las mejores ofertas en Play Station y demás juguetitos para sus hijos. Que eso sí, no pueden darse cuenta de que su padre y su madre, son dos fracasados de este sistema. Que sólo admite a campeones. Y termina este mes, el que viene, el otro, y el otro, en números rojos.



Durane todo este tiempo llegan los carnavales. Fiesta popular en la que el pueblo se entremezcla. En todos los sentidos. Se desfasa y parece que todo vale. Que el Homo Sapiens, no es animal que sufre, tampoco de negocios y competitivo, resulta que es un Homo "Me lo paso bien, y encima en libertad".



Pero este espejismo, y momento impresindible para el desahogo popular. Termina rápidamente porque llega la Semana Santa. Y, ¡amigos!, ahora hay que pedirle perdón al Señor, por haber pecado tanto. Por haber fornicado tanto, por haber bebido en exceso y además disfrazado de fraile.

Entonces tenemos una oportunidad más para beber hasta reventar; las romerias. Venditas -porque siempre las vendice el cura de turno- fiestas para volver a entremezclarnos y vivir los excesos de ésta vida tan maravillosa.



En fin, que el sin vergüenza sufre un conversión al Catolicismo. Y empieza a llamarse; cofrade. Capillita para que nos entendamos.



Dios está en todas las televisiones, en las farolas y paredes. Las calles empiezan a cortarse, por gente muy extraña. Os explico. Las mismas que ven a su vecinita de 80 años cargada del supermercado con la compra. Y cambian de acera para no ayudarla. "Porque la vida esta muy mala y cualquiera te busca un lío."



Estas mismas personas cargan sacos de piedras y cemento por todas las calles del pueblo. Cortando el tráfico sin problemas y además violentandose con cualquier conductor o viandante que se atreva molestarlos.



En fin, la gente espera la fería, y el verano. Pero eso sí, la iglesia y su séquito preparan fiestas patronales, virgenes de todo tipo y utilizan todo el santoral para que a la chusma no se le olvide que no son nadie. Y que Dios los vigila, es venevolente, pero no hay que pasarse.



Otro día seguiremos hablando de mi pueblo.



Salud y RS



Juan Jesús

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