miércoles, 22 de abril de 2009

Floreal Romero, Apuntes para una historia del ecologismo.

Los antecedentes libertarios del ecologismo en el Estado español son poco conocidos.

Apuntes para una historia del ecologismo

ALAIDES.

Buena parte de los antecedentes del ecologismo social se encuentran, de forma tanto teórica como práctica, en los escritos y movimientos anarquistas que surgieron desde la segunda mitad del siglo pasado.

Más que a ningún otro pueblo se nos ha escondido, manipulado e incluso borrado nuestra propia historia. ¿ Por qué ? Desde luego empieza mal la Historia de España, la Idea misma de España, esa que nos enseñan en la escuela. Los pueblos del estado siemrpe han sido demasiado plurales y, por lo general, rebeldes y anárquicos. La Idea de Una, Grande y Libre se ha forjado a fuego y a sangre, hasta más no poder, o sea, hasta acabar con “los locos en España” (1) para mayor satisfacción y tranquilidad de los partidarios del orden dentro y fuera del estado. Durante cuarenta años el franquismo triunfante mantuvo Una Histori. Después, el despertar, que es el que sin duda recoge Joaquín Fernández, en cuanto a lo que el ecologismo se refiere, en su libro “ El Ecologismo Español “.

¿Pero estamos despiertos del todo o todavía seguimos estirándonos? El autor del libro en el último párrafo de su intructivo artículo “ El ecologismo español ¿ una historia menos ? -publicado en El Ecologista, nº 18-, acierta a nuestro parecer, al afirmar: “ Tender puentes teóricos y prácticos entre el ecologismo moderno y esa rica tradición pre-ecologista, más que un divertimento erudito es una necesidad tan ineludible como justa y reconfortante”.

Ahora bien ¿Adónde está esa “rica tradición pre-ecologista” en la que anclar con firmeza la primera pierna del puente? Aparte la alusión a “algunas experiencias anarquistas de pirncipio de siglo(...)lejana y positiva referencia” y la lucha encarnizada en torno a las minas de Río Tinto (historia repetida de cierta manera con Aznalcóllar), es de suponer que no entienda por “riquísima tradición” a esos sentimentales comentarios de viajeros nostálgicos o a ese marqués de la Vega-Inclán promociendo un parador (¿a costa de cuantos siervos?).

Puede que esto explique aquello, o sea, que con esa tan escasa “rica tradición ecológica” consiga el autor, nada más y nada menos, el entierro del ecologismo después de haberlo reducido a un desilusionado “post-ecologismo”. Si lo que viene ha de ser del “todo diferente”, ¿ no sería mejor esforzarnos para que sea a más o a mejor, en lugar de a menos como lo deja a entender desde un punto de vista de observador? ¿Cómo? No lo sabemos a ciencia cierta. Tal vez, una de nuestras prioridadessea el recuperar de veras esa rica tradición ecolofista, no por nostalgia ni par aun absurdo e imposible mimetismo, sino porque tenemos una tremenda necesidad de coherencia y acierto frente al inmenso reto (2) que se nos plantea.

“No podemos acabar con nuestros lazos a menos que los conozcamos. Por más inconsciente que pueda ser su influencia, un legado de dominación penetra en nuestro pensamiento, nuestros valores, emociones e incluso nuestra musculatura.

Cuanto más la ifnoramos más nos domina la historia” (3)

Naturaleza y jerarquía

Ahora bien, ¿qué acontecimientos históricos puede integrar el ecologismo, haciéndolos suyos? ¿Sólo podemos referirnos a las acciones exclusivamente encaminadas a la conservación o defensa de nuestro entorno natural? En este caso quizá actuemos localmente pero nos olvidaríamos de pensar globalmente. Nos olvidaríamos simplemente de hablar de nosotros mismos como víxtimas del mismo fenómeno pero también como responsables de esa agresión y deterioro.

Para la Ecología Social, previamente a la aparición de las clases y del Estado como formas más visibles de explotación, la dominación de la naturaliza tiene su origen en la mismísima dominación del hombre por el hombre, de la mujer por el hombre, perpetuándose dicha dominación por la sujeción de la infancia. Una humanidad irrealizada no es una humanidad. Y la humanidad es más terrible que cualquier otro ser por su alta capacidad transformadora.

No podemos entender a la naturaleza si la contemplamos desde un prisma jerárquico. Esta visión de dominación no es más que un atropomorfismo, una trasposición de los valores de la sociedad en la que vivimos. En el ámbito social, al igual que en ámbito natural que nos procede y en el estamos incluidos, tenemos que darle un vuelco total al concepto del más apto para sobrevivir.

“El conflicto en la naturaleza entre diferentes tipos de organismos ha sido expresado popularmente en frases ·lucha por la existencia·. Sin embargo, poca gente se da cuenta de que la cooperación mutua entre los diferentes tipos de organismos -simbiosis- es igual de importante, y que el ·más apto· bien puede ser el que más ayuda a sobrevivir a otro” (4)

Máximo propósito ecologista es pues, a nuestro entender, todo intento de reconstrucción social en vistas a abolir la desigualdad de los iguales con el fin de alcanzar la igualdad de los desiguales. O sea, una sociedad de seres diferentes y diferenciados pero con las mismas oportunidades de desarrollo y realización, dentro de una sociedad altamente cooperadora.

Nuestro legado de libertad.

En buena lógica podemos pues considerar toda corriente filosófica, o movimiento social que se proponga “cortar con el legado de dominación” para establecer una sociedad orgánica tal y como la hemos definido, como parte genuina de la historia del ecologismo. En este sentido el ecologismo del Estado español tiene una rica y abundante tradición histórica, de los comuneros de Castilla, y tal vez antes entre moros, cristianos y judíos, a los anarcosindicalistas pasando por el cantonalismo. De todos estos movimientos podemos aprender, tanto de sus aciertos como de sus errores. Centrándonos en el período más cercano, situado entre mediados del siglo XIX y 1.939, vemos que aflora con nitidez creciente una innegable sensibilidad naturalista en el movimiento obrero y campesino hasta culminar con el primer intento práctico de instaurar, a gran escala, una sociedad ecológica. Estos hechos bastante desconocidos de una gran mayoría, se desarrollaron sobre todo en Barcelona y su provincia, empezando el 19 de julio de 1.936, y acabando casi del todo con la contrarrevolución de Mayo de 37.

El origen de este movimiento innovador, sin precedentes y que todavía no ha sido superado en nuestras sociedades avanzadas, se sitúa a nuestro entender en la confluencia histórica de varios fenómenos.

Su base es el proletariado, reicén salido del campesinado, y ese mismo y todavía numeroso campesinado; su ideario: la tendencia anti-autoritaria de la Primera Internacional. El 18 de Junio de 1.870 se celebraría en Barcelona el primer Congreso Obrero de la Sección española de la Internacional en representación de ciento cincuento asociaciones obreras de treinta y seis localidades del Estado español. Ahí se contituiría la Federación Regional Española, con los principios asamblearios, sin delegación de poder, autonomía y descentralización, o sea, federalista. Gracias a todos estos principios organizativos y su ética libertaria correspondiente consiguieron estos obreros su propósito de contrarrestar toda manipulación y evitar la más mínima burocratización, aún después de la creación de la Confederación Nacional del Trabajo en 1.910, y eso hasta por lo menos hasta el años 1.936.

La semilla natualista de los teóricos.


El obrero, con un recién pasado campesino, esto es, con una memoria todavía fresca de la aldea solidaria y de la naturaleza con la que estaba muy familiarizado, era una persona muy sensible y receptiva al discurso naturalista de los teóricos anarquistas.
A finales de siglo XIX, podemos decir que el movimiento obrero con una indudable capacidad organizativa propia fue, sin embargo, fecundado, en gran medida, principalmente por Pedro Kropotkin y por Elíseo Reclus. El primero anticipó en 1.878, lo que ahora denominamos agricultura ecológica (5) , no solamente por sus críticas a las técnicas agrícolas modernas inadecuadas y al uso de la química intrucida por Liebig, sino también por considerar un grave error seguir las pautas de la especulación capitalista en materia de abastecimiento alimenticio. En efecto, al comprar alimentos a primera vista más baratos al exterior, se abandona el cultivo local y se arruina el campesinado que viene a engordar las filas de los hambrientos en la ciudad. Como alternativa propone cultivos altamente productivos en los cinturones de las ciudades con técnicas muy apropiadas, una descentralización de estas últimas para acabar con el desequilibrio campo-ciudad y permitir una máxima participación ciudadana placentera en el proceso de la alimentación.

Kropotkin es, sin embargo, más conocido de los ecólogos científicos y biólogos modernos por su obra El Apoyo Mutuo, un factor de la evolución (6) que fue escrita a partir de 1.860 en reacción al darvinismo social galopante expresado por H. Spencer y Th Wallace. El darvinismo social, partiendo de la obra de Darwin, La evolución de las especies, se fundamentaen en teorias científicas, culminación del pensamiento biológico contemporáneo, para justificar, desde el punto de vista de la evolución natural de las especies, al feroz capitalismo manchesteriano y el ignominioso racismo. Así es como se han popularizado frases como “la lucha por la existencia” y “la supervivencia del más apto” justificando y apoyando al racismo y el individualismo más exacerbado. “El Apoyo Mutuo” ha tenido un importante efecto revulsivo al demostrar que este apoyo mutuo ha sido el factor más importante de evolución de las especies y del ser humano en particular. La obra, pese a algunos errores, ha sido valorada muy positivamente por muchos científicos actuales.

En cuanto a E. Reclus, mucho antes de la creación de la Wilderness Societey en 1.936, este advierte en 1.860 de los peligros que corrían los ecologistas de los bosques de América del Norte. Deplora la pérdida de árboles “colosales” y “nobles” como los secuaoyas de la Costa Oeste, lo que considera como “una pérdida tal vez irreparable” dados los “cientos y miles de años” necesarios para su regeneración.

Aunque no pudiera concebir la Ecología Social, por la época en la que se desenvolvía, por lo menos la intuye en ciertos aspectos como cuando denuncia la relación del hombre con la naturaleza guiada, no por “un sentimiento de respeto y de sensibilidad” hacía ella, sino más bien por “intereses puramente mercantiles” y cuando afirma: “la unión plena del hombre con la naturaleza no se puede conseguir sin destruir las fronteras entre las castas com también las fronteras entre los pueblos” (7).

La educación es otra de las preocupaciones de E. Reclus. En muchos aspectos se adelanta a M. Montessori pero se diferencia de ésta por la importancia que le da al juego. Piensa, además, que “la escuela verdaderamente emancipada de la antigua servidumbre no puede tener franco desarrollo son en la naturaleza”.

Crece la ·mala hierba”

Estas sugerencias recíben una total adherencia por parte de Francisco Ferrer, los maestros nacionalistas y obreros de la Federación Regional Española, como más adelante por los de la CNT. Estos saben que el cambio de estructura social no se hace en cuatro días e implica, a la vez, un cambio radical del máximo de personas que la componen, empezando por los niños. De ahí que los sindicatos, a pesar de las múltiples represiones, se implicaran totalmente creando en cuanto podían una escuela racionalista, tratando de situarla en contacto con la naturaleza, con su huerto propio. Algunas escuelas consiguieron incluso crear sus propias colonias de vacaciones en plena naturaleza para excursiones y giras didácticas. Éste fue el caso de la escuela Natura de Barcelona que la ubicó en los Pirineos. Poco a poco se fue creando una auténtica contracultura popular contra el oscurantismo católico imperante y a favor de la ciencia, la libertad de conciencia, la salud, el amor libre, etc., con el fin de crear seres con una máxima capacidad de concienica, autonomía, apoyo mutuo y amor hacía la naturaleza.

Esta contracultura radical creó arquetipos alternativos donde la naturaleza, ser humano incluido pasó a ocupar un lugar privilegiado junto con la justicia social. Las escuelas racionalistas se llamaron Natura, Armonía... y las niñas y niños, Aurora, Violeta, Germen, Helio, Germinal, Floreal... no sólo para sustraerse y cortar con la tradición católica o para recordar a los meses del calendario de la Revolución francesa de 1.789, ésa de la declaración de los Derechos Humanos, sino también como un claro homenaje a la naturaleza.

El vegetarianismo, el naturismo, el nudismo, el aprendizaje del esperanto y el pacifismo tuvieron un auge sin precedentes incluso bajo la dictadura de Pirmo de Rivera en los años 20. De difundirlo se encargaban La Revista Blanca, Ética de Barcelona, Estudios de Valencia, Generación consciente de Alcoi, entre otras muchas revistas culturales libertarias.

Además de las escuelas y revistas se fundaron auténticos laboratorios de la utopía con las Colonias Naturistas “pequeños ensayos de soiedades basadas en el apoyo mutuo, que admitían tanto formas comunistas como meramente cooperativas, un diseño de higiene social preventiva en lucha constante con la depauperación y la subalimentación de buena parte de la población, finalmente las ideas del vegetarianismo y sus fines morales como base de no-violencia, anterior a cualquier sistema social que se propusiera constituirse como justo y libre” (8). Salvo el hambre y la miseria, algo comparable al retorno al campo de los modernos años 70, pero con una diferencia fundamental: estaban en una relación simbiótica con el mayor movimiento social de la época. “ La coherencia teórica de los ácratas basada en la complementariedad del naturismo con las fomras sociales autogestionarias devendría finalmente la corriente dominante frente a las opciones meramente terapéuticas”.

Ese conjunto de movimientos, asumidos en una misma coherencia dentro del movimiento obrero anarquista, constituía al final de los años 30 un potente movimiento socioecológico, frente a la especulación, masificación y galopante extensión de Barcelona, pero también capaz de proponer y llevar a cabo alternativas prácticas; en varias ciudades, hueglas de alquileres, cooperativas de viviendas; en el campo y los pueblos campañas de dignificación del campesinado para frenar el éxodo rural.

Gracias a las múltiples experiencias, debates y estudios se fue forjando con cada vez más nitidez el proyecto para la nueva soiedad, una vez vencido el capitalismo, algo que, para ellos, estaba a la vuelta de la esquina.

Cataluña, la cosecha destruida

En Barcelona los sindicatos de CNT y el arquitecto anarquista Alfonso Martínez Rizo tenían preparada una propuesta para ser sometida, enriquecida y aprobada por todos los colectivos de usuarios de la ciudad. Contemplada en su bioregión, hecho el primer inventario de su suelo y apartadas las maniobras especulativas, retoma, mejorándola y adaptándola, la propuesta “organicista” de la “Ciudad Jardín” del arquitecto Montoliu a principios de siglo, “ensueño imposible de realizar con el régimen actual de egoísmos libres” (9). Se trataba de descentralizar las ciudades para descongestionarlas y airearlas, dejar que entre el sol, acabar con el divorcio campo-ciudad y conseguir una síntesis entre ambos ámbitos.

También era cuestión de reestructurar los borrios con casas sanas y disponerlos racionalmente en función de sus actividades más específicas, y una “rigurosa ordenación de tránsito automovilístico”. De esta forma se conseguiría una autonomía y una estabilidad mayor de las ciudades, menos desplazamientos inútiles, por consiguiente, una drástica reducción de gastos y contaminación. O sea, para el ciudadano “un hogar cómodo, higiénico y bello situado en una ciudad sana y alegre, en contacto inmediato con el campo” (10).

Diaz años transitorios calculaba Martínez Rizo y el Sindicato de la Construcción para descentralizar Barcelona hasta alcanzar 100.000 habitantes, es decir, el máximo que debería cobijar una ciudad para ser humana. Y no se trataba de imoner nada como ya lo hemos dado a entender cuando relatamos el consenso con todos los colectivos de la ciudad. Es más “sin que la colectividad tome tal acuerdo, automáticamente(las ciudades) se irán despoblando, al desaparecer las fuerzas congregantes que las han engrandecido, y, en cambio, aparecerán fuerzas disgregantes nacidas de la atracción de otros lugares más sanos” (11).

Poco tiene que ver esta metodología con la de los bolcheviques quienes, los primeros, en Mayo de 1.937, asestaron el primer golpe de gracia, con la complacencia del extranjero. Ningún poder capitalista, demócrata o burocrático, podía admitir un hecho sin precedentes con riesgos de extensión: aplastado el fascismo, expropiado el capital, pueblos, comarcas, ciudades, industrias, viviendas, alimentaicón, espectáculos así como los demás sectores quedaron en manos de los proios obreros y campesinos, autogestionados y coordinados con sorprendentes resultados positivos, hasta el final de la guerra.

Es obvio que para que fuera factible la propuesta para Barcelona había que considerala dentro de su bio-región, sometida a su vez al primer inventario de sus recursos naturales (12), con un intento de gran coherencia y una visión global de las interacciones socioecológicas. Así es como se intensificó la investigación sobre las energías limpias y renovables, como losmolinos de viento y el agua, en toda Cataluña. Se llegaron a unos acuerdos en materia de reforestación jamás alcanzados. Juntos, los Sindicatos de Edificación, Madera y Decoración, y las colectividades del campo, acordaron repoblar siempre el triple de lo que se había talado en todos los bosques socializados, por primera vez a disposición de sus habitantes (13),

Sería bueno no sólo no olvidar que tuvimos en Cataluña el primer intento de instaurar una sociedad genuinamente ecologista, nada más aplastado el fascismo, el 19 de Julio de 1.936, sino investigar más áun acerca de la evolución y maduración del pensamiento y las realizaciones de toda esa época por todo el territorio.

Época, por cierto, mucho más interesante de lo que pensamos para el ecologismo en positivo, como acabamos de ver en estas líneas. Claro que podríamos también, desde la óptica de la Ecología Social, dedicarle otro artículo a los errores del anarquismo sobre la naturaleza, errores presentes en sus proios teóricos como Kropotkin y Reclus. Curiosamente, uno de ellos y no el menor ha sido esa veneración hacia la naturaleza. En efecto, toda veneración conlleva una ceguera y, por consiguiente, un análisis truncado de antemano.

¿ Ecología o Barbarie?

En lo que respecta al ecologismo en negativo podríamos trasladarnos, en la misma época, a unos dos mil kilómetros al norte, en la Alemanía nazi donde surgió una plétora de leyes medioambientales para frenar los efectos dañinos de “las toxinas ambientales”, y para “conservar” la naturaleza. Se prohibió el DDT hasta 1.943 así como otras sustancias dañinas, se promovió el pan integral consumido hasta por 43% de la población, se realizaron campañas dietéticas, etc...

Pero es Goering quién mejor expone las dos caras de la política medioambiental de los nazis con la siguiente amenaza: “las personas que practiquen la vivisección de animales de cualquier especie serán deportadas a un campo de concentración”(14).

Más recientemente Le Pen, líder de la extrema derecha francesa se expresaba con términos ecológicos: “ los moros tienen que regresar a sus nichos ecológicos”. A ver que hacen en esta materia sus colegas austríacos al poder...

La historia en este caso nos enseña que en definitiva, lo que llevó al poder a Hitler, con toda legalidad, fue el miedo. Esperemos que el miedo a las catástrofes medioambientales no nos obligue a sufrir unas leyes que además de ser totalmente ineficaces puedan resultar muy dañinas para la especia humana.

Quizá el plantearnos una ecología radical (15) no sea pura elucubración mental, el mini-Chernobil japonés de Tokaimura nos lo recuerda. Ahora bien, antes que nos llegue la hora de enfrentarnos a lo inconcebible de una ecología extremista, quizás tengamos que pensarlo bien e intentar lo imposible, como dijeron algunos en mayo del 68, empezando por nodejar enterrar al ecologismo para convertirlo en un post. La historia aún nos puede enseñar mucho y pese a muchas afirmaciones, todavía no se ha acabado...


Floreal Romero

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